viernes, 10 de enero de 2014

COMENTARIO TEXTO, 13 febrero



COMENTARIO DE TEXTO
                       Cuando las niñas se han incorporado masivamente al sistema educativo, se ha podido comprobar que trabajan y rinden más que los niños. En infantil, en primaria, en secundaria, en bachillerato y en la universidad. Sería absurdo pensar que se trata de una simple casualidad y no de la consecuencia lógica de su mayor capacidad y de su mayor aplicación...

                            Luego pasa el tiempo y las mujeres, como por  arte de magia, ya no están, en  el mismo número y en los mismos cargos que los hombres, en el escenario del poder y del mercado laboral, en el mundo de los negocios, en la vida intelectual, académica o social del país.

                          ¿Dónde se han metido? ¿Qué ha pasado con ellas si cuando estaban en similares condiciones eran mejores, más valiosas, más trabajadoras? Las feministas hablan de la «brecha de género». Pues se las ha tragado lo que yo llamo «la falla sociológica del sexismo», una quiebra producida por un movimiento geológico antinatural. Se han hundido en el vacío  cenagoso de la desigualdad, las ha engullido el monstruo de la discriminación.

                     Esa falla cruel se disfraza a veces de amor filial (es la hija la que tiene que dedicarse a cuidar a los padres ancianos o enfermos), de amor conyugal (es la esposa la que tiene que renunciar a seguir ascendiendo en la profesión), del amor maternal (es la madre la que tiene que criar a los hijos, renunciando al crecimiento profesional).
Miguel Ángel Santos Guerra. "La falla sociológica". La pedagogía contra Frankenstein

COMENTARIO TEXTO, 23 DE FEBRERO

COMENTARIO DE TEXTO
TEXTO
Las carreteras, antes, pasaban por el campo. Ahora ya no pasan por ningún sitio reconocible. Simplemente van de una ciudad a otra sin el menor miramiento, desatendidas de las geografías intermedias. Por supuesto que tampoco soy tan inflexible como para negar que las modernas autovías han reducido las distancias antiguas y han aportado una más efectiva correlación entre los fabricantes de automóviles y los ingenieros de caminos. Pero también han convertido la campiña en una especie de ingrediente accesorio del viaje. O en algo que apenas se deja ver. Ya se sabe que la velocidad es una pésima aliada de los gozos de la vista.
Los muy acreditados atractivos de las viejas carreteras han sido efectivamente eliminados en autovías y autopistas. Tal vez sea mejor así, pero aquellas carreteras que hoy se llaman secundarias disponían de toda clase de reclamos tentadores. Tan pausadamente se recorrían que había tiempo para todo, hasta para perderlo. El disfrute de la vida contemplativa y el delicado negocio de la parada y fonda estimulaban al viajero en todo momento. Era difícil resistirse a la tregua apacible de las ventas o al reposo en un ameno paraje al borde del camino.
Viajar en automóvil por una autovía se parece ya bastante a viajar por el interior de una naturaleza si no muerta, sumamente desmejorada.(...)
Que conste que no estoy aludiendo en absoluto a ninguna nostalgia pueril ni a nada referido a la seguridad vial o a los atascos de larga duración. Me limito a sugerir que el progreso no significa obligatoriamente humanización y que, por tanto, una autovía tampoco presupone necesariamente que la rapidez y el bienestar sean méritos complementarios. La próxima vez que me aventure por una autovía no ahorraré esfuerzos para batir mi propio récord: el de tardar más tiempo que nadie en llegar tan ricamente a mi destino. Así evito también el riesgo de competir con apresurados.
J. M. Caballero Bonald

viernes, 25 de octubre de 2013

TEXTO Y COMENTARIO RESULETO COMO EJEMPLO


TEXTO

A nadie se le piden cuentas por el genocidio de los animales, y menos aún en un país tan cruel con ellos como el nuestro, donde el mal trato que se les inflige se corresponde con un recelo despectivo hacia quien les muestre abierta simpatía. Enseguida le dicen a uno que es inmoral o ridículo preocuparse por el bienestar de los animales cuando hay tantos seres humanos que sufren, pero no creo que la falta de compasión hacia el sufrimiento de un animal sea indicio de solidaridad con el de un ser humano.

Quién puede saber, además, cuál es la hondura del dolor de los animales, cómo es su angustia o su terror, su soledad, su desesperación. Un amigo veterinario me explica que, para muchos perros, quedarse solos es una desgracia que llega a enloquecerlos. Se sabe que la carne de los terneros y los cerdos hacinados brutalmente en los camiones y empujados sin miramiento hacia la matanza contiene unas toxinas producidas por el pavor. Yo vi una vez a un gorila solo en una jaula, casi en la oscuridad, al fondo de un túnel de cemento, en el zoológico de Madrid, y creo que nunca he percibido con más fuerza la desolación absoluta de alguien esclavizado y encerrado, condenado a no salir nunca del confinamiento tras las rejas de una celda: ese brillo de desolación, de dignidad injuriada y herida que había en sus ojos, es posible verlo también en los ojos de los perros o de los caballos, pero el estremecimiento que provocaba era más inquietante, porque la distancia biológica también era mucho menor. Leo estos días que el patrimonio genético de los gorilas es idéntico al de los humanos en un 95%: sea cual sea, la diferencia es tan pequeña que da motivo para el desasosiego. De pronto, se da uno cuenta de que la extensión del dolor en el mundo puede ser aún mayor de lo que imaginaba, y de que al número de infamias que los nombres infligen a sus semejantes hay que añadir las que se cometen contra los animales. Miro a los ojos al perro que tengo cerca mientras escribo y me cuesta sostener su mirada.

A. Muñoz Molina

          
En este texto, bien podría resumirse el maltrato de animales como el eje fundamental del mismo, acompañado de la participación de los hombres en producir y colaborar para que este maltrato se transforme en dolor, sufrimiento, esclavitud e indignidad de estos seres vivos.
     Como tema principal bien se podría enunciar que : “ A día de hoy es normal ver y mal tratar animales  impunemente”
    
Nos encontramos ante un texto de modalidad argumentativa, aunque el autor parte de determionados aspectos expositivos en los que fundamentará parte de la argumnentación (Leo estos días que el patrimonio genético de los gorilas es idéntico al de los humanos en un 95%:) Hay sustantivos propios del tema: genocidio, malatrato animal, zooloógico, cerdos, perros... Oraciones muy extensas, como las 1ª del inicio del texto, por todo ellos podemos afirmar que nos encontramos ante un artículo de opinión, escrito por Antonio Muñoz Molina, articulista de periódocos de tirada nacional y escritor.

 En mi opinión el autor de forma subjetiva nos da a conocer una serie de opiniones y vivencias personales sobre el mal trato, el dolor y sufrimiento infligidos a los animales, sin establecer en modo alguno la solución o su viabilidad para detener estas conductas, que en la mayoría de los casos proceden y las produce el hombre. Se observa esa subjetividad en expresiones como

Yo vi una vez a un gorila...,  creo que nunca he percibido con más fuerza... (línea 13 y 14). 

     Sobre la cuestión del maltrato a los animales, siempre de forma subjetiva e interesada habrá personas que lo justifiquen y otras que no. Para evitarlo, la única solución es la educación y la concienciación. Se debe hacer cumplir la normativa y las recomendaciones de asociaciones preocupadas por el medio ambiente con garantías. Bien es cierto que el autor es un poco exagerado en la presentación de los ejemplos y muy sensacionalista, recurriendo a los animales que más pueden impactarnos, porque animales son también la araña, el ratón o las serpientes y no sé por qué tengo la sensación  de que no despiertan en nosotros la misma ternura. 

En cualquier caso,  el ser humano debe saber cuándo hablamos de un genocidio, por utilizar las palabras del autor,  para avanzar (medicina, sanidad, salud, alimentación) y cuándo el genocidio es  de forma gratuita  para negocios (peleterías, granjas masificadas, carnes engordadas con rapidez, pesca fácil...) o por comodidad (deshacernos de ellos en las vacaciones.

  NO obstante, podemos concluir, que casos de maltratos se dan continuamente, pero no por ello un país entero es cruel, ni todos los hombres lo hecen. creo que aún  se puede decir que el hombre es el animal más inteligente.